Anar a En Espiral

En espiral: [edició 2000]  [altres edicions: www.enespiral.net]  
[enespiral@correu.vilaweb.com ]



El sueño de una noche de verano

Ramon Sarró i Maluquer



Versió íntegra de A Midsummer Night's Dream


Se abre el telón: de repente estamos en Atenas, y es de día. Teseo, duque de Atenas, y su prometida, Hipólita, reina de las amazonas, nos anuncian, con gran ilusión, que dentro de muy poco va a celebrarse su boda. Se les ve contentos, felices. Pero ojo ¿quién viene por ahí detrás, con esa cara de enfado? Ah, sí, ya lo vemos: es el viejo Egeo, ese nuevo rico cascarrabias que siempre viene a importunar al duque en los momentos en que menos se lo necesita. ¿Qué diablos querrá ahora ese pesado?

Pues viene Egeo a quejarse de que su hija Hermia, la testaruda, no quiere casarse con el apuesto Demetrio y sigue con sus amoríos prohibidos con Lisandro, por alguna razón, tal vez de índole social, detestado por Egeo. El duque accede a interceder en favor de su amigo Egeo y amenaza a Hermia: o te casas con Demetrio, niña tonta, según el deseo de tu padre, o te haces monja, o tes va a la hoguera, de acuerdo con la ley de Atenas.


¡Pero qué poco les importa a unos enamorados la inhumana ley de Atenas! Hermia y Lisandro, separados por la voluntad paterna, deciden huir lejos, a un lugar donde puedan casarse, amarse y ser felices. A tal efecto se dan cita esa misma noche, en el bosque. Pero, ah frágil felicidad, no todo es tan fácil en esta vida. Hermia tiene una amiga: Helena. Helena que está, precisamente, enamorada de Demetrio. Y como que Helena, al igual que gran parte de su género, tiene la lengua muy larga, va y le cuenta a Demetrio -que está, recordemos, enamorado de Hermia- los planes de fuga de ésta con Lisadro que le acaban de ser revelados. Demetrio, rabioso de celos, decide acudir al bosque esa misma noche y arreglar cuentas con ese desaprensivo de Lisandro, donjuan, ladrón de amor.


Pero antes de ir al bosque, esa noche, quedémonos un rato más en Atenas, ese día. Un grupo de seis ciudadanos honrados y trabajadores, cortos de entendimiento pero de sentimientos sin duda muy nobles, deciden, de motu proprio, que el día de la boda del duque con Hipólita van a representar una obra de teatro, para alegrar la velada y rendir honores a su Señor. La obra que escogen es la Tragedia de Píramo y Tisbe. Recordemos el breve pero intenso argumento: Píramo y Tisbe son vecinos y se aman a muerte. Para impedir sus encuentros, el padre de Píramo ha construído un muro horrible entre los patios de las dos casas, pero aún así Píramo y Tisbe se siguen hablando, por las noches, a través de un pequeño agujero del cruel muro. Como único testigo y cómplice de sus amores tienen a la noble luna. Una noche deciden darse cita en la célebre tumba de Nino para huír juntos (como Lisandro y Hermia, precisamente). Al llegar a la fatídica Tumba, oh triste destino, un fiero león asusta a Tisbe, que consigue huir. Cuando, minutos más tarde, llega Píramo y ve al león con la capa de Tisbe en sus fauces (que es todo cuanto el animal ha conseguido arrebatar) se suicida con su espada, convencido de que su amor ha sido devorado por una fiera. Luego Tisbe ve el cuerpo muerto de su compañero y se suicida también, con la misma espada. La trágica muerte de Píramo y Tisbe era una referencia muy conocida y utilizada en el mundo renacentista y barroco 1. Recordemos que un poeta y músico español vio, con gran penetración, un triste augurio en el hecho de que los amantes se dieran cita, precisamente, en una tumba:


Píramo

Tú, de la noche gloria y ornamento,
errante luna, que oyes mis querellas;
y vosotras, clarísimas estrellas,
luciente honor del alto firmamento,
pues ha subido allá de mi lamento
el son y de mi fuego las centellas,
sienta vuestra piedad, ¡oh luces bellas!
si la merece, mi amoroso intento
".
Esto diciendo, deja el patrio muro
el desdichado Píramo, y de Nino
parte al sepulcro, donde Tisbe espera.
¡Pronóstico infeliz, presagio duro
de infaustas bodas, si ordenó el destino
que un túmulo por tálamo escogiera!

Juan de Arguijo (1560-1623)

El hecho de que un grupo de trabajadores recios e incultos decidan representar una obra de tal lirismo es una más de las oposiciones, casi contradictorias, con las que Shakespeare consigue llegar a la cima de la tensión dramática. Mas no nos vayamos por las ramas. Fijémonos en cómo The Mechanicals, como se conoce esa compañía estrafalaria y morrocotuda de principiantes, preparan su obra. "Los mecánicos" son seis hombres tercos como ellos sólos que sin duda jamás han oído hablar ni de teatro ni de nada que se parezca. Uno de ellos, en particular, se convertirá en uno de los personajes más célebres y entrañables de la comedia de todos los tiempos: el increíble Buttom. Uno de los momentos de mayor exquisitez de la obra, de la de Shakespeare, es cuando The Mechanicals tienen que repartirse los papeles de Píramo y Tisbe. Peter Quince, el director, tras adjudicar algunos de los papeles a Snout the tinker (hojalatero), que hará de muro, a Robin Starveling (que hara de Luna) y a Buttom (que debe hacer de Píramo) le dice a Snug the joiner (el carpintero): "Snug, the joiner, you the lion's part". He aquí un deliciosio juego de palabras. Porque en inglés (como en español), tener "la parte del león" significa tener la parte más grande, pero "part" en el mundo del teatro, significa también "papel". Lo que Quince quiere es que Snug el joiner haga de león, no que tenga el papel más largo. Pero Snug así lo entiende, y pregunta, inquieto:

"Have you the lion's part written? Pray you, if it be, give it me; for I am slow of study".

Quince le responde, lacónicamente:

"You may do it extempore, for it's nothing but roaring"

o sea: "puedes hacerlo cuando quieras, puesto que no se trata más que de gruñir". Y ahí salta entonces Buttom, que también tiene miedo de que su papel sea demasiado difícil de aprender:

"Let me play the Lion too. I will roar that I will do any man's heart good to hear me. I will roar that I will make the Duke say 'let him roar again, let him roar again!'"

O sea: "gruñiré de tal modo que haré que el duque diga: '¡que gruña de nuevo, que gruña de nuevo!'". La posibilidad de tan fieros rugidos del grosero de Buttom asusta a sus compañeros: "Sí claro -vienen a responderle-, y lo harías de tal modo que asustarías a las señoras (del público) y chillarían y luego nos colgarían a todos". Button, conciente de tal riesgo, les tranquiliza:

"I grant you friends, if you should fright the ladies out of their wits they would have no more discretion but to hang us. But I will aggravate may voice so that I will roar you as gently as any sucking dove: I will roar you an'twere a nightingale"

O sea: "(...) os gruñiré tan suavemente como una paloma que esté aún por destetar (como si las palomas fueran mamíferos!), os gruñiré como si fuera un ruiseñor." ¡Impresionante, gruñir as gently as any sucking dove para no asustar a las damas que contemplen la obra! En su imposibilidad por distinguir teatro de realidad, los Mechanicals deciden que antes de la obra van a leer un prólogo en el cual se explicará que todo es ficción y que nadie deberá asustarse por nada. Efectivamente, uno de los momentos más divertidos de la obra es cuando los obreros, en la representación final de su Píramo, lean ese prólogo y expliquen a su concurrencia que eso que van a ver no es la realidad, sino una obra de teatro, que ese león no es un león, sino Snug the joiner, que esa espada no es de verdad y que ni Píramo, que no es Píramo sino Buttom, ni Tisbe, que no es Tisbe sino Flute, mueren de verdad. De todos modos, aún con prólogo, el león (que no es un león, eh, que es Snug el carpintero) deberá gruñir muy bajito, para no asustar. Yo, personalemente, me morí de risa al ver al león asustando a Tisbe, pero sin asustar a la duquesa (ni a mí, por supuesto). Sólo una buena representación de El sueño... puede hacer este efecto creíble. La que yo ví la semana pasada en el Open Air Theater del Regent's Park lo consiguió muy bien, con un juego de mímica excelente en el cual el león gruñía sólo con las manos, sin gruñir realmente. O sea, ¡gruñía en Píramo y Tisbe, pero no en El sueño de una noche de verano! Observemos el carácter esencialmente barroco de la situación: el teatro dentro del teatro, y con una reflexión sobre el teatro. Nos recuerda al héroe de la novela leyendo novelas (El Quijote), al protagonista de otra famosa obra shakespereana representando en escena una obra (Hamlet), al pintor pintando en un cuadro (Las Meninas) o al filósofo filosofando en un libro de filosofía (El discurso del método)2. Es una característica de la estética barroca y de la reflexividad propia del siglo XVII. Una característica de infinitas posibilidades que genios como Shakespeare llevan a extremos inusitados, como el que estamos comentando.


A lo que íbamos. Deciden "Los mecánicos", también, darse cita por la noche, en el bosque, y ensayar la obra antes de representarla el día de la boda.


Y ahora, ya sí, vayamos al bosque, vayamos a la noche. Dejemos la luz del día, la razón de la polis, la sensatez madura de Teseo e Hipólita. Sigamos, por un momento, el ímpetu juvenil y enamorado de la insensata sangre joven.


El bosque, de noche, es, en Atenas como en todas partes del mundo, el reino de las hadas, de los "genios", como dirían mis amigos africanos. A mí, personalmente, me asusta. Pero vayamos, vayamos a ver qué pasa. Ahí vemos a Hermia con Lisandro, abrazándose, tal vez más que eso, antes de emprender su huida. Ahí vemos también a Demetrio buscándolos celoso y a Helena persiguiendo a Demetrio, enamorada. Ahí están también The Mechanicals, en alguna parte, ensayando su obra. Y ahí están también Oberón y Titania, reyes del mundo de las hadas, y Puck, su bufón revoloteador, junto con otros seres fantásticos.


Oberón, invisible a los ojos humanos, se enternece compasivamente al ver la pobre Helena persiguiendo locamente a Demetrio, que la desprecia, y decide ayudar a esa pobre muchacha. Ordena a Puck que vierta, sobre los ojos de ese ateniense, un filtro amoroso que lo enamore de la primera persona que vea3. Pero Puck, torpemente, se equivoca, y en vez de verter el filtro en los ojos de Demetrio lo vierte en los de Lisandro, al que encuentra dormido en alguna parte, junto a Hermia. Y hete aquí que Helena, que en la oscuridad de la noche ha perdido a su Demetrio, se topa con los dos enamorados y decide despertar a Lisandro para prevenirlo de que Demetrio lo busca enfurecido. Ahí empieza el divertido follón. Porque inmediatamente cae Lisandro enamorado de Helena, quien, pobre criatura, cree que le están tomando el pelo. Puck se da entonces cuenta de su craso error y decide remediar el mal ocasionado virtiendo el filtro en los ojos de Demetrio, como le estaba ordenado. Y ahí va Demetrio y se enamora, también fulminantemente, de Helena. Los dos jóvenes empiezan a luchar, celosos. Hermia y Helena no entienden nada, y también acaban luchando. Estoy resumiendo mucho un argumento muy complejo y una serie de situaciones y malos entendidos francamente tonchantes. Pero lo que me interesa remarcar es que en todo este lío hay una constante muy peculiar: que los dos muchachos siempre están enamorados, ambos, de la misma chica. Primero los dos de Hermia, luego los dos de Helena. ¡Con lo fácil que sería hacer un cuadrado, qué manía con hacer triángulos! Es como si se emperraran en enamorarse de la única persona de quien no tienen que enamorarse: Falling in love with the wrong one, como dicen los ingleses. René Girard ha utilizado esta escena para ilustrar su teoría cultural del "deseo mimético" según la cual, muy resumidamente, sólo deseamos un objeto cuando este deseo implica mímesis y rivalidad, o sea, cuando hay otro que también lo desea. Algo muy propio de la inmadurez, de la niñez casi. Las dos chicas, sin embargo, no cambian en ningún momento de objeto amoroso: una está enamorada de Lisandro, la otra de Demetrio. Tal vez insinúa Shakespeare lo que todos sabemos: que las chicas, sentimentalmente, maduran antes que los hombres; son más fieles a la idea primera.

Se me dirá que la teoría del deseo mimético no tiene valor pues los chicos no se enamoran "libremente", sino por la acción de geniecillos como Puck y Oberón. Pero esta crítica es baladí. ¿Cómo sabemos que todas las acciones humanas no son en definitiva obra de genios traviesos que juegan con nosotros? ¿Quién nos asegura que somos en definitiva "libres"? Los genios son, en esta obra, como los dioses homéricos en La Ilíada: juegan con los hombres como si fueran sus títeres, como si ellos fueran niños y nosotros sus "mádelman". Por alguna virtud poética especial (suerte de "doble visión" aludida en una nota anterior), Homero y Shakespeare los ven; ven, como poetas, como chamanes casi, la coherencia más allá de la incoherencia humana. Pero nosotros no, excepto en esta obra que tal vez no sea más que un sueño, y no nos queda más remedio que fijarnos en el carácter humano de las acciones humanas; lo que sabemos, en definitiva, es que Demetrio se enamora de Helena, una noche, en un bosque, y que Lisandro también se enamora de Helena. ¿Y por qué no? Todos hemos sido jóvenes, y todos sabemos que, tras un fin de semana en el monte, o en la playa, o en el bosque, o en una noche loca, con o sin genios (qué más da), nos hemos enamorado, sin saber muy bien cómo, de la novia de nuestro amigo. Ah, juventud, divino tesoro...


Sigamos con nuestro argumento. Decíamos que en alguna parte de ese bosque están también "Los mecánicos" ensayando su obra: y ahí está también Puck observando sus patosadas y riéndose de las burradas de Buttom. Y, como que lo encuentra tan burro, decide hacerlo burro del todo, y convierte su cabeza en una immensa cabeza de asno. Sus compañeros, aterrados al ver tal trasformación, huyen y lo dejan ahí, solo.


Pero sucede también, en este intricadísimo argumento, que Oberón y Titania han tenido poco antes una pequeña discusión "matrimonial", y Oberón quiere gastarle una broma de mal gusto a Titania. Ordena al travieso Puck que vierta también un poco del filtro amoroso en sus ojos, y que se enamore del primero que vea. Y hete aquí que al primero que ve Titania al despertar es el burro de Buttom, con su cabezón de burro. Y se enamora, dando lugar a unas escenas de idilios tan imposibles como divertidos entre un hada y un humano con cabeza de asno.


Todo está ahora patas arriba en medio de la noche: Titania enamorada de un burro con cabeza de tal, Lisandro y Demetrio pegándose por Helena, Helena convencida de que todo es un complot para humillarla, Hermia celosa, Puck partiéndose de risa y Oberón un tanto preocupado; piensa que tal vez se ha pasado y empieza a poner remedios: ordena a Puck que arregle las cosas. Puck, con sus artes mágicas, hace que los jóvenes se duerman, cansados después de tanta riña. Una vez dormidos los cuatro juntos, echa un antifiltro amoroso en los ojos de Lisandro, pero no en los de Demetrio. Luego duerme a Titania y devuelve a la cabeza de Buttom su normal aspecto humano. Empieza a amanecer, las cosas vuelven a la normalidad.


Y por la mañana, también, van los duques con Egeo paseándose por el bosque y dan con los cuatro jóvenes durmientes. Los despiertan y les piden explicaciones; no sabe cómo, no recuerdan nada, el caso es que están los cuatro, por fin, perfectamente en armonía: Lisandro ama a Hermia, Demetrio a Helena. Los jóvenes se explican balbuceando algo sobre unas peleas, unos amores equívocos, tal vez obra de algún geniecillo, aunque a ciencia cierta no saben muy bien si lo han vivido o lo han soñado. Su explicación es tildada de ridícula por las sensatas mentes de Teseo e Hipólita en un famoso diálogo que culmina con una reflexión de Teseo sobre el parecido entre locos, enamorados y poetas en tanto que los tres tienen una imaginación febril que les hace ver cosas inexistentes (digresión personal: la genealogía de esta triple relación se remonta al Fedro de Platón, pero Platón, a diferencia de Teseo, no considera falsas las visiones de locos, poetas y enamorados, sino de "inspiradas" por posesión divina).



Hippolyta:
'Tis strage, Theseus, that these lovers speak of.
Theseus:
More strange than true. I never may believe
These antique fables, nor these fairy toys.
Lovers and madmen have such seething brains
Such shaping fantasies, that aprenhend
More than cool reason ever comprehends.
The lunatic, the lover and the poet
Are of imagination all compact.

Etc.

En cualquier caso, la "cool reason" de Teseo se satisface con que los jovenes hayan encontrado su verdadero amor y decide no perseguir a Hermia con la cruel ley de Atenas. Al contrario, les propone a los jóvenes que se casen ese mismo día, con ellos. De modo que ese feliz día se celebra el Atenas una triple boda (Teseo con Hipólita, Lisandro con Hermia, Demetrio con Helena) que culmina con la representación, comentada por ellos, de Píramo y Tisbe. Fijémonos que en un momento dado, en esa escena, tenemos una tragedia representada, Píramo y Tisbe, comentada por los actores para que no quede duda de que es una obra de teatro, observada por un público que la comenta, observada por los genios, observada por nosotros. Hay ahí, creo, por lo menos seis niveles de representación:


  1. La tragedia de Píramo y Tisbe, observada, tal vez, por la luna (su único cómplice).
  2. la Tragedia de Píramo y Tisbe comentada por los actores.
  3. la Tragedia de Píramo y Tisbe comentada por los actores, observada por la Corte.
  4. la Tragedia de Píramo y Tisbe, comentada por los actores, observada por la Corte, comentada por la Corte.
  5. la Tragedia de Píramo y Tisbe, comentada por los actores, observada por la Corte, comentada por la Corte, observada por los genios invisibles.
  6. la Tragedia de Píramo y Tisbe, comentada por los actores, observada por la Corte, comentada por la Corte, observada por los genios invisibles, observados todos por nosotros (en ese nivel, sin embargo, más que de tragedia debería hablarse de comedia, pero ésta es sin duda una digresión inútil: la tragedia sigue siendo una tragedia, aunque su representación sea cómica).

¿Somos nosotros el último nivel de esta caja de muñecas rusas, el observador último? ¿O hay alguien, un dios, un genio acaso, que nos observe a nosotros como personajes de otra pieza teatral, de esa obra que es la vida en la cual unos hombres ven una obra en la cual unos hombres ven una obra en la cual... en la cual, en definitiva, no hay ni observador último ni obra primera y todo es un juego de representaciones teatrales?


La obra termina con unas palabras de Puck, dirigiéndose a nosotros, recordándonos que lo que hemos visto no es la realidad, sino un sueño, aunque insinúa crípticamente que tiene que ser un sueño que nos afecte como el sueño de los jóvenes ha afectado sus vidas. No hace falta recordar que la disolución de barreras entre el sueño y la realidad es también una característica de la estética barroca. Ni teatro, ni sueño, ni realidad tienen las fronteras bien trazadas. Lo que importa, en última instancia, es salir contento y amante del teatro.





Desde un punto de vista antropológico, que por razones evidentes es el único que se me ocurre, El sueño... tiene enorme interés porque puede verse como una escenificación de lo que el antropólogo británico Victor Turner llamó un "proceso ritual". Por proceso ritual entendía Turner una incursión en lo que, de una manera general, él llamaba "anti-estructura", una incursión necesaria, aunque sólo fuera de vez en cuando, para el normal funcionamiento de la vida social estructurada. Y sabemos en particular que ciertos procesos rituales, los llamados "ritos de paso", son necesarios para que los jóvenes, en muchas sociedades, se conviertan en adultos, para que lleguen a ser quienes son, como dicen los filósofos (y los africanos, cuyos ritos de paso incluyen muy a menudo episodios relacionados con espejos en los cuales los novicios deben observarse). En El sueño... la oposición entre estructura social y anti-estructura es evidente: Atenas, el día y los adultos de un lado; el bosque, la noche y la juventud del otro. Los jóvenes huyen de una estructura en la que no se encuentran, pues de hecho no pertenecen (aún) a ella. Van a la anti-estructura, al espacio "liminal" como diría Turner (de limen: margen, límite), para volver luego a la estructura, ya estructurados, ya miembros de "la sociedad de los hombres" como la llama el propio Teseo. Saben ya quiénes son, a quiénes aman, pueden vivir por fin en la polis, socialmente, adultamente. Es probable que la noche que pasan en el bosque haga referencia a algún rito amoroso antiguo mediante el cual los jóvenes de antaño intentaban averiguar cuál era su verdadero amor. Así lo insinúa Teseo cuando dice que los jóvenes se han ido al bosque a celebrar el "May's day", sin duda un rito folklórico de este tipo. En la cultura actual, aunque solapademente, este tipo de ritos aún existen, sobre todo en romerías y fiestas regionales. Todo el mundo sabe que a las peregrinaciones no sólo se va a rezar, sino también a follar, preciosa palabra acaso relacionada con el follaje del bosque en que se recuestan los enamorados cuando van, como diría el poeta, "a servir al amor" (así el anónimo autor del poema castellano "que por mayo era, por mayo...")4. En cualquier caso, es muy interesante que el genio de Shakespeare haya identificado ese momento "liminal" con el verano. Porque el verano es esto: la anti-estructura por antonomasia; playa o campo por oposición a ciudad, descanso por oposición a trabajo, grupo por oposición a individuo, comunidad por oposición a sociedad. En verano todo el pueblo es como un gran hogar. El calor hace que la gente abra las ventanas y las puertas, que lo que hablen unos lo oigan los otros, lo que coman unos lo huelan los demás, que el amor que hacen los vecinos sea disfrutado por toda la vecindad. Después del verano uno cierra las puertas y las ventanas y vuelve a la vida estructurada de la ciudad, pero regenerado tras ese baño dionisíaco donde todos los cuerpos son un cuerpo, donde el sudor no huele mal, donde el amor se hace por fin sexo. Vuelve uno a ser individuo después de haber sido todos. El verano es una gran experiencia catártica, como también lo es el teatro. "Cuando se va al teatro, se deja uno a sí mismo en casa", decía Nietzsche. El sueño de una noche de verano, vista en pleno principio del verano, el 23 de junio (que es la midsummer night, nuestra noche de San Juan), es la puerta que nos abre al espacio amoroso en que durante tres meses vamos a vivir. Es un rito de paso que nos prepara a ese gran otro rito de paso que es el verano todo. Al salir del teatro, sonrientes, felices, pensamos que sí, que tal vez, como dice Puck, todo haya sido un sueño, pero pensamos, también, que qué sueño más bonito ha sido, y nos preparamos para entrar en el verano, tal vez otro sueño, sí, pero qué sueño tan bonito puede ser.


Londres, junio de 1995


Notas
  1. José María de Cossío, en su Fábulas mitológicas en España (1952), hace un abundante análisis del tema de Píramo y Tisbe en la lírica castellana del Siglo de Oro. Cossío no menciona, sin embargo, la versión de Arguijo que a continuación cito.
  2. Me he dado cuenta de la casi contemporaneidad de estas cinco obras al leer un manuscrito autobiográfico de enorme erudición literaria descubierto en los archivos de mi fallecido abuelo el Dr. Ramón Sarró Burbano (1900-1993). Ignoro, por el momento, quien fuera el autor del interesante manuscrito (de más de un centenar de páginas), pero quienquiera que fuera, al parecer discutió la contemporaneidad de estas obras barrocas aquí señalada con don Camilo José Cela en una visita a Madrid, calculo que a principios de los años cincuenta.
  3. Antes he señalado la relación entre el mundo de las hadas y el mundo de los "genios" africanos. Aquí tenemos otra conexión africana, pues también en el continente negro es común la existencia de filtros que deben ponerse en los ojos para acceder a otras realidades. De hecho, es corriente que los africanos afirmen que mediante la aplicación de productos medicinales sobre la retina pueda verse el mundo de los genios y de los brujos, normalmente inapreciable por los sentidos. Es el tema típicamente africano de la "doble visión", tema que sin duda también se conoce en la tradición popular europea. El gran folklorista británico Lewis Spence escribió un libro sobre la doble visión en Europa, obra desgraciadamente de casi imposible localización (¡ni siquiera la British Library conserva una copia!). Yo lo tuve una vez en mis manos en una libreria de Bloomsbury, pero, porca miseria!, no llevaba dinero para comprarlo...
  4. La relación entre el sexo y la devoción (dos prácticas liminales) en las peregrinaciones católicas no ha sido suficientemente analizada ni por folkloristas ni por antropólogos (y mucho menos, claro está, por teólogos), aunque hay sobrados ejemplos en la cultura popular. Mi afirmación, provocativa, de que "lo sabe todo el mundo" lo ilustra la voz popular en el gracioso chiste que mi erudito amigo don Tomás Amat acaba de contarme, sobre la ancianita que, refiriéndose al proverbialmente "polvoriento" camino de El Rocío, pregunta a otra mujer: - "...oye, y el polvo del camino de El Rocío ¿es de ida o de vuelta cuando hay que hacerlo?"






Del mateix autor: La mano en el culo, Objeto y contexto. El estatus de la obra de arte africana i El pelícano o unas navidades entre los baga

Anar a En Espiral

En espiral: [edició 2000]  
Xarxa en espiral: www.enespiral.net
[enespiral@correu.vilaweb.com ]